jueves, 24 de noviembre de 2011

ayudar a los demás da la felicidad


El dinero no da la felicidad. Trabajar para ayudar a los demás, sí, al margen del sueldo o de la consideración social que tenga una ocupación. Un estudio de la Universidad de Chicago publicado por 'Forbes' ha descubierto que no hay gente más satisfecha que los sacerdotes y los bomberos, personas cuyos trabajos están ligados estrechamente a la suerte de las personas o de una comunidad, mientras que otros que ostentan títulos pomposos como director de tecnología de la información o mánager de ventas y mercadotecnia se hallan en la lista de los más desgraciados.
Tener conciencia de ayudar a la gente es la materia prima de la satisfacción unánime que muestran los curas y un 80% de los bomberos consultados. No es extraño por ello que los fisioterapeutas, una ocupación que alivia el dolor físico de los demás, completan el podio de los que se sienten más agraciados.
En cuarto lugar se hallan los escritores. Aunque la remuneración que reciben por sus creaciones suele ser muy baja y en algunos casos hasta inexistente, la autonomía que da el plasmar sobre un papel en blanco las ideas surgidas de la propia mente produce periodos de gran felicidad, apuntan los autores del estudio. El quinto puesto es para los profesores de educación especial. Si a uno no le mueve sólo el dinero, puede ser una profesión muy gratificante.
Les siguen los maestros, pese a los recortes en la enseñanza y una conflictividad cada vez más habitual en Estados Unidos. Este trabajo continúa atrayendo a jóvenes idealistas, aunque un 50% de los nuevos profesores abandonan antes de los cinco años de ejercicio. Ser artista, como escultor o pintor, también reporta una gran satisfacción, pese a las dificultades para vivir de ello.
También ser psicólogo. Este gremio «puede ser capaz o no de resolver los problemas de la gente, pero parece que ellos han logrado solucionar los suyos», señala la investigación.




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